De la sociedad del trabajo a la sociedad del saber

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Muchos autores ahuyentan o espantan, como una mosca pesada, la preocupación de la gente de que la revolución racionalizadora de las tecnologías de la información esté apuntando finalmente, si no a la supresión, sí a una volatilización del tra­bajo regular. Dos convicciones básicas se apoyan aquí recíprocamente: la teoría del modelo económico (los críticos dicen: el platonismo que inspira a las ciencias económicas) y la experiencia histórica de la primera modernidad, según la cual el temor de los trabajadores a ser sustituidos por las máquinas ha resultado siempre carecer de fundamento.


En el marco conceptual de la economía clásica se excluye por principio el caso de que la sociedad laboral pueda funcionar sin trabajo remunerado. En el modelo del homo oeconomicus, sólo las condiciones conyunturales (por ejemplo, precios laborales excesivamente elevados, vicios burocráticos, intrusismo estatal) impiden que se creen nuevos puestos de trabajo. La variante histórica de un desarrollo del capitalismo sin trabajo ni siquiera es tenida en consideración.

Por otra parte, todas las fuentes generadoras de trabajo, muchas de ellas seculares, han destruido otros tipos de trabajo (por ejemplo, en la agricultura); pero estas pérdidas se han compensado con nuevos tipos de trabajo (por ejemplo, en el sector de la industria y los servicios). El temor, según el platonismo económico, a que la tecnología de las comunicaciones acarree el fin del trabajo remunerado confunde el fin del trabajo industrial y del trabajo en el sector terciario del viejo modelo con el fin de la sociedad de pleno empleo. Esta concepción no nos deja ver la transformación de la sociedad del trabajo del Estado-nación de la primera modernidad en la sociedad del trabajo transnacional de la segunda modernidad, con su nueva y «deslocalizada» comprensión del trabajo, la producción y la colaboración. Dicho de otra manera, que la edad de la información global ha revolucionado el mundo laboral (por ejemplo, el trabajo no cualificado y geográficamente limitado ha sido sustituido por un trabajo erudito sumamente móvil), aunque al final surge otra sociedad del trabajo en la que las oportunidades de ocupación y remuneración están al alcance de todos; es decir, no hay menos, sino más sociedad laboral.

El ejemplo histórico clásico lo ofrece la primera fase de la modernidad industrial en Europa. Así, por ejemplo, en el Reino Unido .(informacion adicional en slideshare.net/dietafacil/trabajoencasa )


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Hay tantas cuestiones como escenarios y tantos escenarios como autores.

Para aportar un poco de claridad a este discurso internacional que disfruta de gran vigencia importa reconocer dos diferencias fundamentales; por una parte, los horizontes de referencia en la formación de los mencionados escenarios y, por la otra, las exigencias concretas de la segunda modernidad. La mayoría de los escenarios abogan por el sí o el no, por el fin o la recuperación del pleno empleo, o por la esperanza o el miedo. Estas ideas maestras, vistas a la luz de la segunda modernidad (tecnologías de la información basadas en la ciencia, globalización, individualización y crisis ecológicas), se interpretan a tenor de sus consecuencias para el futuro del trabajo. Así, podríamos diferenciar los siguientes escenarios en el horizonte referencial de la sociedad del pleno empleo:




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This page contains a single entry by Jose martinez published on June 2, 2013 5:58 PM.

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