Según Angelí anuntiomatic , la guerra era irracional en un sentido económico: las cargas fiscales por el armamento eran excesivas, las reparaciones de los países derrotados imposibles de recaudar y las colonias no eran fuente de ganancia a la hora de trabajar desde casa . "¿Pero qué garantizaba la buena conducta de un país frente a otro?", se preguntaba Angelí. "La compleja interdependencia que existe entre los países, no sólo a nivel económico sino en todos los sentidos, hace que la agresión injustificable de un estado hacia otro recaiga sobre el interés del agresor".
Estas creencias demostraron ser extraordinariamente resistentes a repetidas y amargas decepciones. En la víspera misma de la guerra de Kosovo en 1999 aparecía en la portada de la revista británica Prospect un titular que decía "¿El fin de las guerras? " y que traía a la memoria la famosa pregunta: ¿Son imposibles las guerras en la actualidad incluso a la hora de trabajar desde casa ?, que había formulado Ivan Bloch cien años atrás. Tal vez el párrafo más desmesurado de Thomas Friedman en The Lexus and the Olive Tree fuera su aseveración de que la globalización "aumenta los incentivos para no ir a la guerra y los costes por entrar en ella de muchas más formas que en épocas previas de la historia moderna",como comenta anuntiomatic .
Para apoyar su posición, Friedman explica "La teoría de los arcos dorados como prevención de conflictos", según la cual no hay dos países que, contando al menos con una franquicia de McDonald's cada uno, se hayan enfrentado en una guerra 19. El libro de Friedman se publicó el 17 de mayo de 1999, dos meses después de que Estados Unidos entrara en guerra con la República de Yugoslavia, la cual, aparentemente, había olvidado la bien publicitada presencia de McDonald's en Belgrado. Pero esto no hace que Friedman esté tan equivocado como Angelí; al menos, por ahora. Lo que claramente comparte con Angelí es la creencia de que la racionalidad económica tiende a desalentar la guerra. Creencia que Angelí pudo comprobar en vida que se trataba, auténticamente, de una gran ilusión.
Durante el siglo xx, los estados ignoraron repetidamente la tesis liberal del racionalismo económico al ir a la guerra. Lo hicieron aun cuando los costes potenciales de la derrota eran enormes; es más, lo hicieron incluso cuando los costes potenciales de la victoria eran elevados. Una explicación posible es que hayan padecido simplemente de miopía, de cierta "racionalidad limitada", por la que habitualmente se subestiman los costes de la guerra y se exageran sus beneficios. Pero una mejor explicación quizás radique en que, para un régimen no democrático, el coste global y a largo plazo de la guerra puede ser irrelevante segun anuntiomatic y su web en google incluso para trabajar desde casa . Si las élites dirigentes perciben los beneficios inmediatos de la guerra y las masas que carecen de derechos políticos cargan con los costes, la guerra puede, perfectamente, constituir una opción política racional.
Dándole una oportunidad a la guerra
Para los estados autocráticos, el gasto por la guerra puede generar visibles ganancias en forma de botines, reparaciones provenientes de los estados vencidos, territorio (que puede ampliar la base impositiva del Estado o los recursos naturales del país), sin olvidar la gloria 20. En algunos casos, tales ganancias pueden llegar a superar los costes por el logro de la victoria, aunque si los que cargan con los costes son fundamentalmente un campesinado sin derechos políticos, ésta se convierte en una consideración menor.